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Pasabolas, actores silenciosos de las canchas

  • Gabriela Jaque
  • 11 feb 2016
  • 5 Min. de lectura

Cerca de las cinco y media de la tarde, Víctor Estrella y Renzo Olivo salen a la cancha para disputar el tercer partido de cuartos de final del viernes, 5 de febrero de 2016. El estadio principal del Club Jacarandá no está lleno, pero la gente sigue llegando para observar el encuentro mientras los jugadores calentaban. Estrella, jugador dominicano con puesto 56 en el ranking, fue la sorpresa del torneo pasado al derrotar a Feliciano López en la final. A sus 34 años, jamás había ganado un torneo ATP hasta ese 8 de febrero de 2015, cuando levantó su primer trofeo, en Quito. Su contrincante es el jugador argentino de 23 años, Renzo Olivo, quien viene de derrotar a Fernando Verdasco, uno de los favoritos del torneo, en octavos de final.

El juez de silla, Renaud Lichtenstein, señala que Renzo Olivo iniciará sacando en el partido contra Víctor Estrella. Foto: Gabriela Jaque.

El juez de silla, Renaud Lichtenstein, señala que Renzo Olivo iniciará sacando en el partido contra Víctor Estrella. Foto: Gabriela Jaque.

El partido inicia 10 minutos después de que los jugadores ingresaran a la cancha. La expectativa por el partido crece con cada minuto de juego y se siente en los comentarios de los asistentes. “¡Qué locura! Ya la tenía”, comenta Francisco Bautista, aficionado al tenis, cuando Estrella devuelve mal una pelota y el punto va para Olivo. Todos los ojos se centran en los jugadores, pero hay más personas que se mueven sigilosamente en la cancha y cuya actuación es igual de importante; los pasabolas.


Pasabolas en el partido Estrella vs. Olivo. Foto: Gabriela Jaque.

En diciembre de 2015, inició el proceso de selección para los pasabolas del Ecuador Open ATP 250. Con un torneo de eliminación, se seleccionaron 24 participantes cuyas edades iban entre los 12 y 18 años. Aparte de ellos, el torneo contaría con 20 pasabolas más, invitados por el Club Jacarandá. Diego Torres, de 17 años, fue uno de los ganadores del torneo de eliminación.

Mientras se disputa el partido entre Estrella y Olivo en la cancha principal, Diego cumple con su labor de pasabolas en la cancha posterior. Allí se juega el partido de dobles de semifinal entre la dupla brasileña conformada por Thomaz Bellucci y Marcelo Demoliner contra el eslovaco Andrej Martin y el chileno Hans Podlipnik-Castillo.


Diego empezó a jugar tenis cuando tenía 12 años porque su primo le pidió que lo acompañase a sus entrenamientos. Al saber que sería pasabolas en el torneo se sintió “muy feliz y satisfecho” ya que quería “ver, disfrutar y aprender más de los jugadores que son profesionales”. Pero antes de poder pisar las canchas de arcilla del Jacarandá, Diego y los demás chicos y chicas seleccionados debían prepararse. Desde mediados de diciembre del 2015, entrenaron tres días a la semana e iban a torneos juveniles para practicar.


El partido entre Estrella y Olivo se detiene. Los pasabolas que iniciaron el partido son relevados por sus compañeros mientras los jugadores descansan; la arcilla se barre y se limpian las líneas, borrando las huellas de los últimos 30 minutos de juego. Estas acciones serán repetidas cada media hora. Estrella lidera el marcador, 5-4 en el primer set.


A cada partido ingresan ocho pasabolas. Dos de ellos son jefes de cancha y permanecen todo el partido en sus posiciones, no rotan. Hay, además, dos “nets”, generalmente los más jóvenes, permanecen al lado de la red y recogen las pelotas después de los saques. Finalmente, están los “toalleros” que se ubican en cada esquina de la cancha, al fondo, a la altura de los jueces de línea. Como su nombre lo indica, pasan la toalla además de recoger las pelotas que se van al fondo y dárselas a los jugadores para los saques.

"Toallero" asiste a Víctor Estrella. Foto: Gabriela Jaque

El reloj da las seis de la tarde cuando el marcador va 6-4 en el primer set, ganado por Estrella, y empatado a dos games en el segundo set. Uno de los jueces de línea levanta su mano para indicar un “out” y casi golpea a la pasabolas que se estaba inclinando para recoger una de las pelotas. La luz del sol ha abandonado casi por completo el cielo de Quito, pero las luces de la cancha ya han sido encendidas para reemplazarla. El partido se detiene de nuevo, una canción de Elvis Presley suena en los parlantes mientras los logos de los auspiciantes reemplazan al marcador en las pantallas.


“El objetivo principal de un pasabolas es ser invisible en la cancha”, comenta Diego. Deben ser los más silenciosos, los más ágiles, los más “pilas”. El peor error que podría cometer un pasabolas es interrumpir el partido, ya sea moviéndose mientras se juega un punto o atrapando la pelota antes de que dé el segundo bote.


Estrella logra un ace, dejando el marcador igualado 4-4 en el segundo set. El dominicano ha apostado en varias ocasiones por los slices, ganando varios puntos con ellos; mientras que Olivo ha descubierto que la debilidad de su oponente son los laterales. El segundo set llega a un tie break después de una hora y 27 minutos de partido. Un rally largo de 19 golpes llena de emoción al público y le da un punto a Estrella. Sin embargo, Olivo se llevará el tie break por un error de su contrincante en la red.


El tercer set inicia bajo un cielo oscuro y con el murmullo del público, que se silencia cuando los jugadores vuelven a tomar sus lugares. En el quinto game del tercer set, la multitud se pone de pie para aplaudir uno de los puntos más peleados del partido. Estrella intentó rematar una bola alta, pero Olivo la devolvió pasando la raqueta entre sus piernas, de espaldas a la red, para golpear la pelota. Finalmente, el dominicano logró el punto con un slice. Tras dos horas de partido, el marcador indica 4-2, a favor de Estrella en el tercer set. El aficionado, Francisco Bautista, murmura “el hincha sufre con el error del ídolo” tras una doble falta de Víctor Estrella. Con su vaso de ron con cola en la mano, ha aplaudido cada punto del jugador, y se jactó frente a su familia cuando el dominicano ganó el juego quince minutos después.


El partido de dobles en el que Diego hacía de pasabolas terminó un poco antes del juego entre Estrella y Olivo, por lo que pudo entrar al estadio y ver el último game. Diego se sentía decepcionado. Renzo Olivo es uno de sus jugadores favoritos y no quería perderse ninguno de sus partidos. A pesar de su desilusión, tuvo que hacer un último esfuerzo pues su jornada aún no había terminado. Entró “con las mismas ganas” al estadio principal, que esperaba el encuentro entre Feliciano López y su compatriota, Albert Ramos.


Diego espera que su trabajo como pasabolas le sirva en su currículum y para conseguir trabajo en el futuro. Mientras tanto, continuará estudiando y jugando tenis.

Diego Torres (segundo desde la derecha, atrás) posando junto con el juez de silla Mohamed Lahyani y otros pasabolas del torneo. Foto: Cortesía Diego Torres.

 
 
 

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