Ciclismo Cross Country: el precio de ser un campeón
- Gabriela Jaque Lobato
- 15 abr 2016
- 3 Min. de lectura
El 10 de abril de 2016 se llevó a cabo la carrera de ciclismo Cross Country “Chimborazo Extremo”. Es una competencia en modalidad maratón en la que se recorre una distancia de 42 kilómetros. El punto de partida de la competencia era el pueblo de San Juan de Chimborazo, ubicado a 4 horas de Quito.

Jean Paul Aguirre y Gregorio Aguirre, minutos antes del comienzo de la carrera, preparándose en la línea de partida.
En la primera fila, con placa número cuatro en su bicicleta, Jean Paul Aguirre se preparaba para competir por segunda vez en Chimborazo. Su categoría, la élite, fue la primera que salió de San Juan, rumbo a la meta que estaba en el refugio Carrel del volcán Chimborazo, a 4860 metros de altura sobre el nivel del mar. La primera vez que Aguirre corrió esta carrera fue en 2015, pero lo hizo en la categoría parejas mixtas. En esta edición, logró llegar en puesto 11 de su categoría. Los tres primeros puestos fueron para Joel Burbano, Dario Pita y Javier Fiallo.
Aguirre acepta que varios factores jugaron en su contra y por ello no pudo alcanzar el podio. En el primer tramo de carrera, él y otros ciclistas se salieron de la ruta por error y recuperar las posiciones perdidas por ese retraso le fue imposible. El fin de semana anterior había competido en los Juegos Panamericanos en Argentina y sabía que estaba cansado. Además, él reconoce que esta competencia representa un reto muy grande. “Es una carrera súper dura (…), había bastante sendero, bastante piedra suelta. El camino al refugio está un poco dañado entonces es difícil pedalear”, comenta Aguirre. Dejando a un lado la derrota, Aguirre vuelve a su casa en Quito para prepararse para su siguiente competencia, el Campeonato Nacional de Cross Country Olímpico. En 2015, se coronó como campeón nacional de esta carrera en la categoría juvenil.
Sin embargo, ser campeón tiene su precio, no solo físico sino también económico.
Hace cinco años, cuando Aguirre se inició en este deporte, tenía una bicicleta que costaba $150 porque no competía de manera profesional. Al inicio de su carrera, sus padres cubrían todos los gastos pues eran mucho menores. Para solventar los costos, que se fueron incrementando con el pasar de los años, sus padres empezaron a buscar auspicios. “(Es por) los contactos (que) muchas veces se consigue de esa manera los auspicios”, comenta su padre, Gregorio Aguirre. Además, conforme fue avanzando en su carrera, Jean Paul Aguirre fue llamando la atención de varias empresas de la rama del deporte que también se volvieron sus auspiciantes después. La alimentación, los viajes, los masajes y una parte del costo de su bicicleta es cubierto por los auspicios que ha conseguido.
Más allá del costo monetario, también existen otros sacrificios que se deben hacer para volverse un deportista de élite. Al día, entrena entre 3 a 4 horas, incluido fines de semana, esto le deja poco tiempo para realizar otras actividades. “La parte emocional también (es importante). Tienes que siempre estar acompañado de tu familia. Encontrar amigos que compartan el sentimiento del ciclismo”, afirma.
Su meta a largo plazo es “llegar a los Juegos Olímpicos de 2024, (…) el 2020 está muy cerca y todavía me falta nivel”, comenta el ciclista. De momento, se concentrará en competencias nacionales y los Juegos Panamericanos.
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